El mismo lugar
el número, diferente
los cuerpos, los mismos
O tal vez no.
Construían una trama de buscarse,
desearse,
intrigarse
entregarse
¿las manos?
Las mismas
siempre –por decisión o por accidente temporal-
se debelaba en una vieja desconocida
Temblaban otra vez
Si,
los dos
no predominaba nada más
que el deseo encontrado en el otro
había, desde el primer encuentro
Señales de un “no te voy a querer”
Hacían un tránsito de la timidez al erotismo
que en el mundo del arte
podría ser una verdadera creación sui generis
se construía, pacientemente
de un modo casi imperceptible
una caricia de las que se dan
Entonces, ¿no sería amor?
Se buscaban una y otra vez
podían cruzarse, desencontrarse
imbuidos de un espíritu poético
la vida les deparaba diversas bifurcaciones
se ponían a prueba todas las normas pre-establecidas
se arriesgaban en el otro
sentían múltiples punzadas en el alma..
Pero su ritual físico-poético
los cobijaba
los calmaba
los colmaba
Había un algo más que explorar,
miraban sus cuerpos desnudos
y se entrecruzaba el erotismo y la ternura
¿solo el deseo genera eso?
Tal vez si afirmaba uno
que sabía en su parte más idiota
que no quería que así fuera
necesitaba que el deseo fuera eterno o que se convirtiera en
algo más grande
quería deslumbrar permanentemente
quería penetrar en sus recovecos
mejor custodiados
en esa dialéctica “de imán y limadura”
de la que habla julio
…
Otra vez, el mismo lugar
El número, diferente
Los cuerpos, está vez,
comenzaban a dejarse ser
y
ya no eran
los mismos
…
Otro espacio, otra dirección
Otra circunstancias los encontraban,
Será a lo mejor, quien puede arriesgarse,
Imagen: Lagrima Luna
Texto extraído de una novela que se escribe: Lagrima Luna